1 marzo, 2017 - No Comments!

Anuma | Winnie, the blind

Les quiero compartir la historia de Winnie, mi perrita dachshund, (o comúnmente llamada “salchicha”) de casi 9 años: es ciega, tiene un soplo en el corazón y osteoartritis. La razón por la que decidí escribir de esto es porque mucha gente, cuando le platico de su ceguera, su primera reacción es de mucha angustia. Un amigo casi llora la primera vez que se dio cuenta; otro me sugirió dormirla; otros más me preguntan si “tiene una vida normal”, así que quiero compartirles mi experiencia y que, si se encuentran alguna vez en una situación similar con su perro o tengan la oportunidad de adoptar a uno ciego, sepan que no es tan grave como parece.

 

Esta raza, así como los pug, bulldog y otras que se han modificado con el paso del tiempo, son de las que sufren de más problemas genéticos. El más común es el de su columna. Existen muchos casos de perros que tienen que usar una especie de silla de ruedas, operarlos, o vivir arrastrándose. Aún no sabemos con certeza cuál fue la causa de su ceguera, pero lo más probable, según varios veterinarios, es que sea una enfermedad genética.

 

Hace dos años comenzamos a darnos cuenta que se quedaba viendo a la nada, le hablábamos y volteaba a ver hacia otros lugares, se tropezaba. La llevamos al veterinario, le hicieron un par de pruebas y nos dijeron lo que sospechábamos: empezaba a perder la vista. Al principio sí fue difícil para mi novio y para mí, fue un cambio muy drástico el saber que ya no podía volver a vernos. Sin embargo, el veterinario que la atendió en ese momento fue muy amable en decirnos que podía vivir sin problema, con bastante calidad de vida, casi como cualquier otro perro. La diferencia es que ahora tenemos que cuidar más de ella y ser sus guías —ni de chiste podría salir sin correa a la calle, ni bajar o subir escaleras.

 

No sé si pase con todos los perros ciegos, pero Winnie tiene un mapa mental de la casa, y de cuántas escaleras tenemos que subir (vivimos en un tercer piso). No choca tanto dentro del departamento, y sabe bien cómo subirse y bajarse de las camas y sillones (aunque no debería hacerlo). Incluso ha encontrado comida que no tengo la menor idea de cómo logra sacar. Sé que es gracias a su olfato, aun así no deja de sorprenderme que abra mochilas, bolsas, cajas y alacenas para comerse algo. Ha desarrollado una gran habilidad para encontrar chicles tirados en el pasto y comérselos, cosa que tratamos de evitar, pero a veces es más astuta que nosotros y cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde.

 

¿Quién es una buena chica? ¡Winnie es una buena chica!

 

Hay personas, incluso médicos, que la conocen por primera vez, y me preguntan “¿de verdad no ve nada?”, porque camina y se mueve como cualquier otro perro. Al pasearla, tenemos que decirle “abajo” para bajar de la banqueta, “cuidado” si hay algún obstáculo, “arriba” si hay que subir escaleras, y lo hace sin problemas. Claro que hay veces que se tropieza, choca y se resbala, pero hasta el momento no ha sufrido ningún accidente ni lesión grave a consecuencia. Lo más difícil de los paseos es encontramos a perros sueltos, porque se acercan a Winnie y, ciega ella, de repente sólo siente la presencia de otro canino olfateándola y reacciona de forma agresiva. Lo que hacemos es alejarla rápidamente, o mejor cargarla para evitar una pelea.
Creo que a partir de su ceguera, he tenido que ser más paciente, con ella obviamente, y en general con muchas cosas más. No me imagino a las personas que prefieran dormir a un perro simplemente por no ver, o que los regalen. Así que, a todos aquellos que tengan perritos: disfrútenlos, quiéranlos, aprendan a identificar sus comportamientos, pues a veces detectar un cambio en ellos es vital para saber si sufren algún dolor o enfermedad. Y si le llega a pasar a sus mascotas, sepan que, mientras no sientan dolor, pueden disfrutar mucho de su vida.

 

 

Published by: abril in Juego

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