Ya todas las personas de mi edad han escuchado esos lugares comunes hasta el cansancio: salir toda la noche es un calvario, las crudas son tan destructivas como el dengue y que te pidan identificación a la entrada del bar se vuelve un cumplido.
Así es, yo también he experimentado en carne propia esas injusticias que sufren aquellos que aún no se deciden a ser señores de tiempo completo o los que ya no reciben la respuesta que esperaban de su cuerpo durante una noche de fiesta —sobretodo al día siguiente, cuando los efectos son catastróficos y el “No lo vuelvo a hacer” se eleva como una plegaria no escuchada por Dionisio.
Hace ya algunos años, James Dean se convirtió en el primer adolescente americano en una época en la que o se era niño o adulto. Ahora, creo que nos hace falta un término menos agresivo y falto de imaginación como se nombra a mis similares —una tribu urbana conocida como chavorrucos. Y aunque el término "tribu urbana" remita a un grupo de jóvenes, en este caso la juventud es algo que si no es rebosante en nosotros, tampoco es algo que nos falte. Nos encontramos en un extraño limbo.
Es bastante claro que vivimos en una sociedad que tiende a las dicotomías; equipo local A o B, heterosexual o de ambiente, de este lado o del otro de la calzada. Nuestra realidad parece moverse entre absolutos; el problema llega cuando se encuentra algo que no cabe dentro de las categorías conocidas: se entra en un área gris en la que te comienzan a ver extraño y se busca un término para identificarte. Como decía Elias Canetti en su monumental libro: “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido. Desea saber quién es el que le agarra; le quiere reconocer, o al menos clasificar. ”*
Es entonces cuando comportamientos como bailar animadamente en una pista llena de adolescentes, salir con chicas más jóvenes, comprar una moto o simplemente quedarse en casa un sábado por la noche se vuelven señales inequívocas de que se es chavorruco, aquellos que se aferran a un momento que ya se ha ido.
Que la vida es un tren que se mueve a alta velocidad no es ningún secreto. Los años pasan a una velocidad frenética. Nos apeamos en ciertas estaciones de la vida pero continuamos siendo pasajeros en conexión. Supongo que cada quien vive el viaje como quiere, sin importar realmente la edad —el tiempo que tenemos es limitado y muy pronto estaremos más llenos de arrepentimientos que de buenas memorias. YOLO.
A fin de cuentas, hay una frase que debe estar guardada en los corazones de todos los mortales; ”Yo sí estaba en onda, pero luego cambiaron la onda y ahora la onda que traigo no es onda, y la onda de onda me parece muy mala onda y te va a pasar a ti."
*Les dejamos de tarea encontrar cuál monumental libro se cita. N. de la E.
Gustavo “Bebocho” Ramírez
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