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13 marzo, 2017 - No Comments!

Instantáneas | El publicista que quería ser taquero

El comercio nació hace casi 6 mil años y, seguramente, entonces vender intangibles era casi imposible. Estamos en el 2017 D.C. y convencer a alguien de darte su dinero a cambio de algo que no podrá tocar, sigue siendo dificilísimo. En el campo de las ideas el reto es todavía mayor, a pesar de que todos sabemos que la creatividad genera valor. 

En octubre del año pasado, una cadena de gimnasios nos invitó a una reunión para platicar de una campaña que planeaba lanzar en enero y fue hasta que terminó la junta que nos revelaron que se trataba de un pitch.   

Le explicamos al responsable de mercadotecnia y a su equipo que consideramos que los pitches son una práctica que resta valor a la creatividad porque, en esencia, lo que el cliente dice es "haz el trabajo, pero si no me gusta, no te lo pago". Aún así, ofrecimos escribir al día siguiente con una propuesta. 

Empezamos nuestro correo señalando que nos interesaba colaborar con ellos y propusimos 3 esquemas en los que podríamos hacerlo: 

Pitch tradicional: riesgo alto, costo alto  

Si como cliente esperas que invirtamos talento y horas de trabajo en un proyecto que no sabemos si podremos cobrar, te va a costar caro. Si quieres que arriesguemos mucho, en correspondencia tendrías que pagar mucho.

Pitch pagado: riesgo medio, costo medio  

Si me invitas a trabajar en una propuesta creativa que competirá contra otras, pero me pagas un poco por participar, hay certeza de que obtendremos alguna remuneración y eso nos permite ofrecerte un costo medio, que junto con el pago del pitch se vuelve un pago adecuado.

Proyecto asignado: riesgo bajo, costo bajo

Si nos asignas el proyecto en lugar de concursarlo, no corremos ningún riesgo. Podemos desarrollar tantas opciones como sean necesarias y ofrecerte el costo más competitivo.   

En el mismo mensaje, señalamos que preferíamos un pitch pagado, pero que participaríamos en cualquier escenario.   

La insoportable vaguedad del pitch

Pasó una semana y no recibimos respuesta. Pasaron dos semanas y tampoco se comunicaron. Han pasado 5 meses desde entonces y todavía no nos dicen nada. La campaña saldría a la calle en enero y estamos en marzo, así que creo que es prudente asumir que nunca nos contestarán.  

Pensando en lo que pasó con esta invitación y con otros muchos pitches en los que hemos participado, Yuca y yo comparábamos la forma en que tenemos que vender nuestros servicios contra la forma en que un taquero hace su intercambio:   

Todos sabemos qué es un taco, cuánto debería costar y qué esperar de él.

Esto, por ejemplo, NO es un taco.

El taquero establece el precio de sus productos, el cliente pide, paga, come y se va.  

Si yo llegara a un puesto, pidiera un taco gratis para probarlo y así decidir si pedir otros cuatro, seguramente el taquero se reiría en mi cara, me mentaría la madre y me correría a patadas. Sin embargo en las industrias creativas es sumamente común pedir una demostración de capacidades, aun si tu portafolio está lleno de buenos ejemplos de trabajo que evidencian experiencia.

Para octubre, cuando platicamos con la cadena de gimnasios, teníamos ya algunos meses preparando algo nuevo. pero esta invitación me ayudó a confirmar que quería, además de publicidad, trabajar también en otra cosa.   

Pasando a lo tangible

Cuando tenía 12 años fui a una fiesta de disfraces en la que no conocía a nadie. Un niño que traía una máscara de Darth Vader fumando un puro (?) se me acercó y me dijo algo como "Hola, soy Humberto, vente a jugar". Desde entonces la amistad con él sigue intacta.

Desde que Humberto se acuerda, su familia ha trabajado distribuyendo naranja en el Mercado de Abastos y hace tiempo compró maquinaria para café porque Filiberto, que trabaja con él, nació y creció en Coatepec. La familia de Filiberto se ha dedicado al café allá en Veracruz por generaciones, así que él mejor que nadie sabe dónde comprar buen café. Él lo beneficia, lo tuesta y arregla las máquinas. En pocas palabras: el cabrón es un estuche de monerías y la relación de amor-odio que tiene con Humberto no podría ser más productiva.   

En 2015, Humberto y Filiberto empezaron a producir café, pero la marca con la que lo vendían no correspondía con la (muy alta) calidad del grano. Luego Filiberto tuvo que regresar a Veracruz para atender un asunto personal y el proyecto se puso en pausa. A mediados del año pasado, comí con Humberto y cuando me contó que sus máquinas estaban empolvándose en una bodega, le propuse asociarnos para echarlas a andar otra vez. En YuJo! nos encargaríamos de la marca y la comunicación, Filiberto y él llevarían la producción, y entre las dos partes haríamos la inversión.   

No fue casualidad que el café me entusiasmara tanto: hace 3 años, siempre que tomaba cerveza era lager, y siempre que tomaba café era lechoso y azucarado. Así como Bernardo me enseñó diferentes estilos de cervezas, Yuca me enseñó varios métodos de extracción, y sin ser experto en ninguna de las dos cosas, hoy disfruto mucho más de ambas.   

La semana pasada, finalmente tuvimos café empacado. Se llama Tonelada®. Hay tanto molido como en grano, en bolsas de 360 y 800 gramos y, la verdad, es muy buen café. Filiberto ha estado yendo y viniendo para comprar cereza, beneficiar, mortear y tostar aquí en Guadalajara. Yuca y yo hemos conocido mejor el proceso y ahora ya podemos ser como el taquero que debe ofrecer mejores tacos que su competencia, pero que nunca se va a desgastar en explicar lo que hace.

Por ahora el café está disponible en nuestra oficina, en nuestra tienda en línea y si quieres lo llevamos a tu casa. Más adelante nos gustaría exportar. Y así como YuJo! ha crecido hacia lugares que no imaginábamos, difícilmente podemos predecir hasta a dónde llegará Tonelada®. 

Trabajar en creatividad me reta, me satisface muchísimo y espero seguir haciéndolo toda la vida. Tomar y vender café también me encanta y no hay ninguna razón para no trabajar en las dos cosas.

Si quieres platicar de creatividad y de pitches, o tomarte un café y conocer Tonelada®, te invito a YuJo!, preparamos una prensa y le entramos.

¿Un cafechito?

Joel Gutiérrez

Twitter: @thewowisnow

Instagram: thewowisnow

4 mayo, 2016 - No Comments!

Instantáneas | ¿Quieres mejores agencias? Retroalimenta

No siempre trabajé en publicidad. Pero cuando conocí este mundo, junto con la terminología y la jerga, con los nombres de las leyendas y las mañas, conocí la dinámica del pitch, que en otras industrias se conoce como licitación y que en cualquier otra profesión funciona de forma más clara.

Cuando empecé a participar en pitches, tuve la suerte (sí, suerte) de ganar varios clientes / proyectos seguidos y me enamoré de la sensación de ganar tanto al cliente como a las demás agencias. Es tan frívola la dinámica de un ganador y muchos perdedores, que la ilusión de ser mejor que los demás infla el ego fácilmente. Luego perdí varios pitches seguidos y viví con esa misma intensidad la contraparte, hasta el punto de preguntarme si de verdad servía para esto.

No sé cuándo y dónde se acostumbre competir preparando una cotización, pero en publicidad las marcas esperan de las agencias que, sólo para concursar, se haga el trabajo completo o al menos la parte más importante, que es la idea.

Últimamente, con una visión mucho más sensata de lo que implica un pitch, he escuchado voces como la de Raúl Cardós que señalan el daño que los pitches le hacen a la publicidad (porque empujan a las agencias a trabajar y presentar de forma gratuita lo más valioso que pueden ofrecer: su creatividad).

También he escuchado y creído que publicistas con la trayectoria de Cardós pueden darse el “lujo” de rechazar una invitación a crecer su agencia y ganar visibilidad, pero que para una agencia pequeña, como la nuestra, hay épocas en las que un pitch, por arriesgada que sea, es la única apuesta posible.

Creo que los pitches, como los organizan la mayoría de las marcas en México, están de la chingada: he perdido contra propuestas elegidas por razones contradictorias a lo que el brief establece y también he perdido contra propuestas elegidas a partir del gusto personal. He perdido pitches donde no se elige a un ganador, el proyecto nunca sucede —y todas las agencias perdemos—, y hasta he ganado proyectos que nunca se vuelven realidad.

No tengo una postura definitiva respecto de cuándo y cómo aceptar o rechazar las siguientes invitaciones que reciba de este tipo, pero sí creo que es necesario elegir con cuidado en qué pitches participar.

Lo que sí tengo es esta certeza:

Perder un pitch es malo.

Pero perder un pitch y no aprender nada es terrible.

La mejor forma de aprender de un pitch es a partir de la retroalimentación del cliente. Lamentablemente, la mayoría de las agencias no estamos acostumbradas a preguntar en qué fallamos y la mayoría de las marcas no están dispuestas a decirnos qué pudimos hacer mejor.

Así no se puede mejorar y, tanto agencias como marcas, nos condenamos a repetir los mismos errores. Así, la calidad de la creatividad, la comunicación, la publicidad se estancan y seguimos escribiendo notas sobre lo mal que está la industria.

Las veces que yo he perdido un pitch y he solicitado retroalimentación he recibido de todo. Desde nula respuesta, hasta mensajes explicando que se eligió a otra agencia porque hubo más click con ella. Pero el mejor ejemplo de lo pobre que es la cultura de la retroalimentación en publicidad y, específicamente en el contexto de los pitches, es ésta:

No acostumbro

La peor respuesta del siglo

Considerando el tiempo que una agencia le dedica a entender el problema, preparar una propuesta, cotizarla y presentarla, me parece una grosería que una marca no le dedique ni un puto correo a ampliar la visión del proyecto, a rescatar el valor que cada equipo aportó y a ponerlo en perspectiva. La misma marca ganaría mucho de este proceso.

Si una marca se toma el tiempo de reunirse con varias agencias para pedirles que trabajen para ella sin ninguna garantía de contratarlas, debería también tomarse el tiempo para agradecer, retroalimentar y concluir el proceso de forma profesional y respetuosa.

Sin embargo, en las grandes empresas, los responsables de conducir este tipo de procesos tratan a sus proveedores como si fueran desechables. Tal como las grandes empresas los tratan a ellos.

Probablemente los pitches no desaparezcan, pero voto porque sean cada vez más claros y dignos. Esto no es sólo responsabilidad de las marcas y los directores de mercadotecnia, también es responsabilidad de las agencias.

Yo ya empecé escribiendo esta nota; si estás de acuerdo empieza tú también por compartir este mensaje con tu agencia si eres cliente, con tu cliente si eres agencia y con tus alumnos si eres profesor. Lo primero para elevar la calidad y mejorar las condiciones de la publicidad en México es hablar entre nosotros. Si comentas o compartes tú también ya empezaste.

Joel Gutiérrez

Twitter: @thewowisnow

Instagram: thewowisnow


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