Godín es un concepto tan movedizo que le hacen falta atributos inequívocos para poder tener una definición; tal y como en su momento ocurrió con los hipsters, chairos, chacas y otras tribus urbanas, en donde bastaba con tener alguna característica propia del grupo para ser inmediatamente etiquetado.
Las generalizaciones son peligrosas, y para algunos hasta ofensivas. Es por esto que decidí realizar un compendio taxonómico no exhaustivo para poder definir este grupo —basándome en meras observaciones y experiencias personales sin ningún valor. Casi como Paty Chapoy opinando del concierto de Björk.
Godín, Inc.
El mundo corporativo, departamental y gubernamental ha dado origen a esta agrupación de profesionistas o personas que cuenta con algún tipo de educación formal. Si se observa con cuidado, es un grupo gregario que gusta de compartir sus alimentos con su respectivo gafete que los acredita como empleados de su empresa, y portan su uniforme con orgullo. También, se les puede ver con una pequeña mochila en el que guardan sus tuppers con grasa pegada, y que han sido testigos de innumerables trayectos, pero que cumplen la vital misión de mantener al Godín alimentado.
El microondas es el centro de socialización, en el que se discuten temas laborales y desde donde ha surgido un lenguaje plagado de acrónimos y saludos cordiales.
Godín Vampiro
Según la cultura popular, un vampiro no se puede reflejar a sí mismo en un espejo. Es así como el Godín Vampiro cumple con todos los requisitos anteriormente descritos , pero no se acepta como tal. Reniega tener algo que ver con dicho grupo, pero al final del día mira con ansias hacia la quincena: un rayo de luz que ni a esta especie le hará daño.
Godín Chill
Este espécimen puede que tenga ventajas aparentes sobre los otros grupos. Quizá no porte uniforme, se pueda dar el lujo de comer fuera de la oficina unos días a la semana o no le tenga un miedo irracional al checador. Pero al final de día, esperan el fin de semana para comenzar con el ritual Godín de destruirse para reconstruirse el lunes.
Nega Godín
En medio de una época en la que celebramos la originalidad que nos dan las redes sociales, y en donde se nos motiva a seguir nuestros sueños, aparecen estos personajes. Contrario a lo que ocurre con el Godín Vampiro, esta especie desprecia con todo su ser el pensamiento de ser Godín; los mira por encima del hombro y bendice su suerte de no estar atado a un sistema y ser dueños de su tiempo. Se mueven bajo los nombres de emprendedores, project managers, consultores, CEO’s, artistas, incubadores de ideas o venden paletas y tienen un BMW blanco —que en la gran mayoría de los casos son eufemismos para el desempleo o papás con fondos ilimitados.
“Trabaja en lo que te gusta, y no tendrás que trabajar ningún día”, seguramente hemos escuchado esta frase, atribuida a Confucio (???). Posición respetable, pero la realidad es que en en gran parte de los casos las circunstancias se imponen para la gran mayoría de los mortales. Y sí, el universo a veces conspira para que no consigas nada.
En el mundo de tuppers calientes, escritorios que sirven como estudio de maquillaje y uniformes desgastados por lavarse dos veces por semana, puede ser difícil encontrar motivación. Y aquí es donde insertaré un mensaje que se puede acompañar con un Piolín que compartió tu tía: aprender y reaprender cosas sirven para romper el loop en el que es muy fácil caer.
Esa es una forma de lidiar con la rutina. Si por el contrario, tu estilo es despertar el domingo por la mañana adolorido por la fiesta del día anterior y gritando “soy un ser humano” cual Hombre Elefante, no podré objeción alguna.
Saludos cordiales.
Gustavo Ramírez
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