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26 febrero, 2016 - No Comments!

Instantáneas | Nuestra oficina no se crea ni se destruye, sólo se transforma

Después de tres años en Ámsterdam, el 1 de febrero nos mudamos.

Lo primero que nos preguntaron fue por qué y la respuesta fue muy sencilla:
estábamos hartos de trabajar en una oficina que no nos gustaba por completo.

Acostumbrados a manejar hasta la zona de la Minerva, la idea original fue remodelar la casa que rentábamos, pero la falta de visión de nuestra casera y su hijo nos obligaron a buscar un nuevo espacio. Decidimos no hacerlo solos, así que invitamos a Decimal® para encontrar juntos "la oficina ideal".

En septiembre establecimos los criterios más importantes para nosotros y empezamos a calificar opciones con esta prioridad:

  1. Un espacio abierto, sin divisiones ni muros intermedios.
  2. Al menos 200 metros cuadrados.
  3. Al sur de la ciudad.
  4. Con estacionamiento.
  5. En una zona segura y agradable.

Y así, con estas características, la opción lógica resultó ser una bodega.

Encontramos dos o tres que reunían todas estas características, con excepción de la última, pues, aparentemente, hoy en Guadalajara no hay una zona industrial que albergue de forma natural oficinas y espacios para crear. Cuando reconocimos que el entorno de todas las bodegas que nos gustaban era más bien hostil, empezamos a pensar en un edificio de oficinas.

Nuevamente, hubo algunas opciones interesantes, pero en todos los casos los espacios que proyectamos dentro de un edificio nos parecían grandes cajas de zapatos donde nos podíamos ver  encerrados e imposibilitados para hacer, por ejemplo, una carne asada, lo que nos hizo descartar este formato.

Dijimos que no volveríamos a rentar una casa, pero Yuca, entre interminables recorridos por zonas que nos atraían, encontró una que desde fuera prometía una combinación ganadora: Chapalita, 300 metros cuadrados, un patio lleno de plantas, tres lugares de estacionamiento y una renta razonable. Todo empaquetado en el estilo original con el que se construyó esta zona hace más de 50 años.

Noviembre se estaba terminando y con él se nos iba el 2015, así que después de una intensa negociación de condiciones, firmamos el contrato de arrendamiento y empezamos a empujar los límites estructurales de la casa para acercarnos lo más posible al espacio que habíamos imaginado.

Decidimos, por primera vez, invertir en un lugar ad hoc al tipo de organización que somos y el tipo de trabajo que hacemos, así que nuevamente enlistamos las prioridades sobre este inmueble en particular y empezamos.

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Menos muros, más comunicación

Esta finca se construyó en etapas y por esa razón, la mayor parte de los cuartos está en la planta baja, pero como sucede en todas las casas, cada espacio se delimita por muros y puertas que a nosotros nos estorbaban.

El inquilino anterior, no conforme con las separaciones que ya tenía la casa, subdividió algunos espacios con tablaroca y lo primero que hicimos fue quitarla. Inmediatamente ganamos luz y ventilación, pero también, sin querer, entramos en un frenesí por derrumbar todo lo que fuera posible y que se volvió, por mucho, el aspecto más complejo, costoso y tardado del proyecto.

Empezamos por un muro de carga al que originalmente se le haría una simple ventana. Pero una vez que empezamos a explorar, Pablo Javelly nos explicó que podríamos sustituir ese muro y otro más por una estructura de columnas y vigas que dejaban, prácticamente, toda la planta baja comunicada.

Nos encantó la idea y, a partir de ahí, todo fue demoler. Las ventanas se volvieron ventanales de piso a techo. Las puertas que daban al patio se ampliaron y los árboles viejos se removieron para dejar lugar a nuevas plantas que permitieran la entrada de más luz y tuvieran coherencia con la casa.

El piso era de chile, mole y pozole, así que le pedimos a Decimal® remover el viejo mosaico del patio, y los muchos estilos del interior, para tirar concreto pulido dentro y un mosaico en el exterior que emula la paleta de color en nuestra marca. Aprovechando que el piso se haría nuevo, le pedimos a Nomadat® que diseñara una red de luz, voz y datos que corriera por debajo de nosotros, de tal forma que las salidas quedaran en el piso y tuviéramos la menor cantidad de cables a la vista.

Las piezas del patio fueron cuadros de 20x20, y habiendo 4 colores por usar, las combinaciones que se podían hacer con este mosaico parecían infinitas. En total, se usaron en el patio cerca de 2,200 piezas, y entre un fin de semana y un par de noches bastante largas, organizamos pieza por pieza la ubicación que tendría cada una.

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También colocamos algunas piezas sueltas en el interior para dar la sensación de degradado: el patio se metía en el concreto pulido y el concreto se entrelazaba con el mosaico de colores. Para unir ambos espacios concebimos un pequeño puente de madera, que también empieza y termina de forma irregular pero modulada en los mismos cuadrados de 20 centímetros por lado.

Luego vino una decisión difícil pero necesaria. La cocina y el área común quedarían casi conectadas, pero las separaba un pedazo de la cochera. Surgió la posibilidad de levantar el piso de esa sección y plantar un árbol para hacer una especie de jardín interior, pero esto significaba sacrificar un lugar de estacionamiento y nos preguntamos qué preferíamos ver a través de la ventana: si un auto o plantas. La respuesta fue obvia, así la casa quedó con menos cochera de la que recibimos.

La cocina se replanteó por completo. De una gran escuadra, con horno y una barra de acero inoxidable, pasamos a una pequeña barra de granito en otro lugar y sólo con lo imprescindible para dejarle espacio a una amplia mesa de comedor.

Finalmente, los muebles de baño se renovaron y se replicó la cuadrícula del patio en el muro del fondo del sanitario principal, donde también agregamos, para regocijo de las damas, un mingitorio ecológico.

Al final de cuentas, nuestros vecinos, con quienes hemos empezado una buena relación, lo dijeron con gran precisión: "se están acabando la casa". Y es cierto que hoy este lugar no se parece en nada a la casa que estaba anunciada. Han sido ya semanas de trabajar confinados a la planta alta, de hacernos escuchar entre fuertes ruidos y de regresar a casa con el cabello lleno de polvo, pero todo ha valido la pena.

Además de terminar con un lugar como el que buscábamos, el proceso de concebir, diseñar y ajustar los volúmenes, materiales y colores que conforman el espacio, ha sido casi como un proyecto más de YuJo! Creatividad Aplicada ®. Al final, junto con Decimal® y Nomadat® hemos creado un nuevo espacio.

No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí, pero mientras dure, disfrutaremos más cada día. Si quieres visitar nuestra nueva oficina, bienvenido. Ya estamos en Tilma 249 y pretendemos quedarnos mucho tiempo más en este lugar.

Joel Gutiérrez

Twitter: @thewowisnow

Instagram: thewowisnow


Ideas que cambian la vida S.C.
Tilma 249 Chapalita 45040
Guadalajara, Mexico
+52 (33) 31216000


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