Día 423
Decidí despertar hasta mañana.
Día 424
…
Día 425
Con sólo abrir un ojo activé el hipersueño.
¡RIP, in peace, carnal!
Día 426
Hoy desperté. Lo primero que hice fue preparar té, huevos revueltos y, como siempre, ir hacia el tocadiscos. Todo este tiempo de movimientos oculares rápidos he tenido una canción clavada muy detrás dentro de mi cabeza, muy escondida, pero está ahí.
Me gusta usar pantalones descuidados y sudaderas de Disney '96; me gusta comer con las manos; me gusta masticar con la boca abierta; me gusta rascarme los huevos y hacer vibrar un par de gargajos mientras veo Queer Eye sin siquiera derramar una sola lágrima, y al mismo tiempo me limpio los restos de Cheetos en mis dedos con mi sudadera increíble.
Mil novecientos noventa y seis, qué gran año, Petunia.
"Casa, ahora vivo aquí…"
Me senté en mi silla favorita, la encontré hace unas semanas perdida en la nada. Prendí el monitor y puse la transmisión de todo lo que ha sucedido en mis días fuera del planeta. He visto la misma transmisión que me prometí no ver una vez y otra vez y otra vez, no esa misma... una más vieja.
Reviso mi reloj, me asomo a la ventana, reviso el radiotransmisor, —le da un trago a su té—, voy al centro de control y, como podrán imaginarse, aún no encuentro ese planeta, el que lo cambiaría todo por completo.
Veo en el centro de control que me estoy acercando a un cinturón de meteoros y basura especial, la casa de mi silla favorita regresó por ella y esta vez es personal.
Me anclo a mi asiento cual Matthew McConaughey justo antes de entrar con un nudo en la Gargantúa, el ruido y los golpes hacen que pierda la orientación y cualquier señal que pueda captar el localizador se congela.
Golpee el meteoro mas grande de ellos y decidí instalarme en él. Es terreno desconocido pero a la vez familiar, algo me hace pensar que este pedazo de tierra alguna vez perteneció a un lugar muy parecido a mi hogar, a mi planeta.
La luz de la mañana tardaba 10 minutos en llegar, el terreno me invitaba a recostarme por su color, las nubes del lugar las podía tocar de puntitas y sentir su espeso color en mis manos.
“Do not go gentle into that good night…”
Los días pasan, las reservas se agotan y el miedo lo uso de capa. Escribí una carta en el manual que encontré, aún no se para quien es esta carta, solo sé que la guardare en mi bolcillo, ese que esta del lado izquierdo justo en el curaçao, mandé una señal que seguirá cuando yo ya no esté y otros encontrarán.
Estrellas fugaces, medusas, fantasmas, y vanta puro, son lo que al sentirme tan acá me mandan aún más lejos, de vuelta al futuro. —suspira y piensa— NASA está de mi lado.