Pequeñas miserias de un viaje
Durante 30 minutos todo estuvo bien.
Hasta que pusieron a Disidente en la radio.
No sé, me dio mala espina. Hay algo en ciertas bandas de rock que no me dan confianza. Será que a veces una no se las cree de esas agrupaciones cuyo vocalista finge la voz cual grungero en una época en la que el grunge ya se convirtió en otra cosa.
El caso es que a las cinco y media de la mañana de aquel miércoles salimos rumbo al DF en el auto de Joel, y Yuca insistió en tocar “Volver” una y otra vez en la radio, a pesar de mis negativas.
Una incomodidad se me asentó en la boca del estómago, pero a medida que amanecía en la carretera, regresaba mi fe en el viaje, y hasta consideré dormitar un poco en el angosto asiento trasero del Fiat 500 de Joel.
Hasta que pusieron a Disidente de nuevo.
Comencé a resignarme a un trayecto con, en el peor de los casos, una mala banda sonora. Decidí concentrarme en que era una cosa de trabajo que había que ver con buena cara, a pesar de la canción aquella, hasta que el auto de Joel decidió apagarse, para jamás encender de nuevo.
¿La Disi-maldición? La verdad no sé por qué mi entraña le echó la culpa a la agrupación tapatía. Tan bien que les está yendo -finalmente-, ¿cierto? ¿Qué culpa tienen los chavorrucos de que un coche nuevo, en supuestas perfectas condiciones, se muera en la autopista? Diré que es mi sexto sentido lo que me inclina a sospechar de ellos.
Lo cierto es que debíamos llegar al DF a una junta a la 1 de la tarde. La ayuda en la caseta no fue más allá de empujar el auto a un acotamiento y llenar algunas formas para cuando el seguro llegara. La policía federal intentó, sin éxito, detener un par de autobuses de pasajeros para que Yuca y yo no faltáramos a la cita.
Así que decidimos pedir ride.
Varios conductores pasaron junto a nosotros: camionetas con la típica familia de cuatro que nos miraron con una extraña mezcla de lástima y miedo. Supongo que un par de hipsters con lentes de pasta dura siempre lucen amenazantes.
Hasta que apareció un tráiler sin carga y, tímidamente, se detuvo a unos metros de nosotros. Me acerqué corriendo con un poco de incredulidad, y al pie de la ventanilla del conductor alcancé a ver un señor con sombrero, quien nos invitó a subir y subir hicimos. Joel, como capitán de barco, se quedó a la espera de una grúa y nos deseamos suerte. Me pregunto si escuchó de nuevo a Disidente.
En la cabina del tráiler conocimos a don Marciel, un hombre de unos 50 años que confesó haber dudado un momento antes de detenerse, pues ya le había ofrecido ayuda a un par de viajeros que necesitaban un ride. En aquella ocasión lo golpearon y le robaron el tráiler. Sentada en la cama detrás de los asientos, noté que a su mano le derecha le faltaba medio dedo índice. Yuca se puso de acuerdo con él para que nos llevara a la central de autobuses más cercana (a sólo 15 minutos); yo leía su ” ración del ofer” despintándose sobre el parabrisas. Durante ese instante nos sentimos gigantes, tan arriba del asfalto, pero todavía en la tierra. “Servidos”, nos dijo al orillarse junto a la central. Lo mejor de todo no fue que, gracias al aventón, alcanzamos un camión que nos dejó en Observatorio apenas con tiempo para llegar, solamente, cinco minutos después de la una a la cita, sino que no puso a Disidente en la radio. ¿Casualidad? ¡No lo creo!
Sin embargo, gracias a estas pequeñas miserias, la canción de esa horriblísima banda que tanto odio me traerá el recuerdo de cuando viajamos en un tráiler un miércoles que, además, fue el que marcó un año desde que mi vida cambió gracias a YuJo!
Unas por otras, supongo.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=gaetinRH0z4]
Abril Ambriz Posas
Twitter: ladyprovolone
Instagram: ladyprovolone
Tumblr: ladyprovolone
Published by: YuJo! Creatividad Aplicada in Sin categoría